miércoles, 28 de marzo de 2007

¿Qué objetivos perseguimos y cómo llegamos a ellos?

La felicidad, ese reto tan ansiado por todo el mundo y tan escaso. Sólo lo conseguimos en determinadas ocasiones. Porque la felicidad es un estado de ánimo en el que una persona se siente bien consigo mismo y con los demás. Es como si, en ese momento no debieras nada a nadie y los demás estuvieran en deuda contigo. Pero, ¿por qué es tan escaso y tan poco duradero? Es un momento, un instante de tiempo.

Todos pensamos que la vida nos ha tratado bien o mal, y valoramos, en base a ésto nuestro grado de satisfacción, estimamos esos momentos de éxtasis total con respecto a los momentos de verdadera calamidad. Conforme a esa valoración decidimos si hemos sido felices hasta el momento o no. ¿Es este un buen sistema de medición?¿Valoramos correctamente lo que hemos vivido?

En toda nuestra vida necesitamos tener un objetivo que perseguir. Cuando cualquier persona se ve sin objetivos en un momento dado, es cuando se empieza a pensar en temas un poco más trascendentales, en lo que significa vivir en un mundo como el que nos ha tocado, qué metas perseguimos a lo largo de nuestra vida y cual es el fin. Y llega la pregunta típica, ¿para qué estamos aquí? O mejor dicho aún ¿por qué estoy aquí? El individualismo se manifiesta en todo su esplendor. Los demás me importan una mierda. Sólo me sirven para conseguir mi objetivo, o uno de ellos. Todos somos así. Mientras sirva para cumplir tus objetivos todo vale. Pero hay que marcar unas pautas porque, normalmente para cumplir esas metas hay diferentes vías. En principio cada persona cogerá el camino más corto y que mejor se alinee con su meta. Es entonces cuando surge la ética personal. Si consigo mi objetivo de una forma poco ética para mí, no va a tener el mismo resultado que si lo consigo de forma honesta y habiendo luchado por ello. La satisfacción es mayor.

Lo que saco en claro de toda esta reflexión es que todo vale, siempre y cuando sirva a tus intereses y la forma de llegar sea válida. Normalmente la forma de llegar tiene unas pautas definidas que ha marcado la sociedad, de forma que los caminos que se supone son válidos se ven limitados por normas y leyes que la persona individual no ha decidido por ella misma sino que le han venido impuestas. Es ahora cuando me toca criticar a la “Sociedad”, ese ente autosuficiente y con una vida propia que se ha apoderado de las personas. Ya no somos independientes, estamos limitados por lo que nos ha dictado la Sociedad (por las leyes, las normas, la religión, la ética). Eso que ha creado el hombre para evitar hacerse daño a sí mismo. ¿Es éste un mundo de “al libre albedrío”? Me temo que no. Sin embargo, y todo hay que decirlo, sin unas pautas y normas a seguir, la humanidad ya se hubiera extinguido desde hace mucho tiempo. ¿Era ese nuestro destino?¿Es la Sociedad la que está retrasando lo inevitable? El tiempo lo dirá.