miércoles, 31 de octubre de 2007

¿SACRIFICAR UNA AMISTAD? ¡¡ NI DE COÑA!!


En muchas ocasiones se presentan importantes decisiones que marcan el rumbo de toda una vida. Algunas veces conllevan el perder cosas importantes para poder conservar otras. Esas veces se hace muy difícil sobrellevar la situación, se nota la presión a la que se está sometido a simple vista, sólo hay que mirarse a la cara y comprobar la expresión del rostro. Un rostro deprimido y distante; como si estuvieras en otro lado. Una de las decisiones más difíciles es cuando se fuerza, por diversas circunstancias, a perder una amistad para poder conservar otra o incluso, a veces, para conservar tu integridad. ¿Cómo tomar una decisión de esas características? Una de las cosas que más valoro en este mundo es la amistad y no sería capaz de sacrificarla a menos que esa persona atentara contra mis más firmes creencias o contra mi propia existencia. Pero no podría sacrificar esa amistad por un tercero o por temas laborales. No sería justo para ella y estaría perdiendo algo muy importante para mí. Si las personas fuéramos comprensivas y lógicas entenderían que nadie puede forzar a otra persona a perder una amistad. Los sentimientos de cada uno son propios y no le pueden ser arrebatados por otras personas. Pero en algunos casos, quizá demasiados, somos irreflexivos y egoístas. Y muchas veces forzamos a que suceda una situación de este tipo. Hay que saber no tomar decisiones precipitadas y dejar pasar un tiempo hasta que se enfríe nuestro temperamento para optar por la opción más justa para todos.


Por ese motivo, en el trabajo no se deberían crear lazos de amistad. Siempre puede existir un cierto compañerismo o “colegueo” pero nunca se debería sobrepasar este límite. Cuántas veces se ha visto obligado un directivo de una empresa a tener que despedir a una persona con la que al cabo de los años ha creado fuertes lazos de amistad. ¡Cuántas amistades se pierden por ello! Lo lógico sería que la persona despedida comprendiera que su amistad y su trabajo están separados y no se deben mezclar. Que el que despide no tiene la culpa del despido, si no, no sería su amigo. Que no le ha quedado más remedio que hacerlo. Pero, dependiendo de las circunstancias personales de cada uno, muchas veces es imposible. La persona despedida se siente totalmente traicionada y es una situación en la que las dos partes afectadas (tanto el despedido como el que despide) suelen pasarlo francamente mal.

2 comentarios:

Christian dijo...

Muy interesante..

Anónimo dijo...

Muy agradable de hecho probablemente voy a descargarlo. Gracias