lunes, 24 de septiembre de 2007

EL SENTIDO DE LA VIDA


Hace poco estuve hablando con unos amigos sobre los objetivos que nos marcamos cada uno. Llegué a la conclusión de que hay una diferencia enorme entre el sentido de la vida de los creyentes y del sentido de la vida de los ateos. Los creyentes suelen hacerse preguntas del tipo “¿para qué vivimos?” y plantear sus objetivos en base a esta pregunta. Los ateos se hacen preguntas del tipo “¿para que morimos?” y del mismo modo encontrar objetivos en base a esta pregunta.

Yo me planteo la cuestión de si es más fácil de soportar hacerse preguntas del primer tipo o del segundo. ¿Qué objetivos serán más fáciles de alcanzar, los de los creyentes o los de los no creyentes? A simple vista y bajo una perspectiva totalmente atea y subjetiva, la respuesta es bastante fácil, pero habiendo conversado con creyentes de este tema empecé a planteármelo seriamente. Un amigo creyente me comentó que ojalá pudiera pensar de la misma forma que yo pienso porque sería más fácil para él. Me dijo que como él cree en el castigo eterno, preferiría dejar de existir, una vez finalicen tus días en el mundo en que vivimos, a sufrir en un plano paralelo a la existencia un castigo eterno.

El caso es que esta discusión me dio que pensar; si esta persona cree en un castigo eterno y preferiría vivir siendo ateo, es una persona influenciada por las doctrinas impuestas por la religión a lo largo de la historia. Se supone que la religión nace como una medida de escape ante las cosas que no podemos llegar a comprender aún, que nos sirve para tranquilizarnos y prepararnos para la muerte. Para sobrellevarla de una forma soportable e incluso con alegría de pasar al otro lado. Entonces es más fácil plantearse la finalidad de nuestra existencia puesto que aquí no se acaba todo.

Ese no es el caso de un ateo. Buscar un sentido a su muerte es básico para vivir en plenitud, para poder desarrollarse y no caer en un estado de depresión continua. Lo difícil es encontrar los objetivos que lleven a descubrir ese sentido a tu muerte. Bajo mi perspectiva, la cuestión está en plantearse dejar una huella en el mundo en que vivimos y que ésta sobreviva el mayor tiempo posible, porque en realidad todo es efímero y nada permanece eternamente. De la misma forma que inventores y descubridores dejaron y dejarán huella con sus hallazgos, que autores de libros, cantantes y pensadores influirán en los comportamientos y en la imaginación de los demás. Y algo tan simple y a la vez tan complejo como dejar descendencia en la Tierra o tener a gente que te quiera y te ame incondicionalmente por lo que eres. Esto es dejar huella, esto es encontrar el sentido de la muerte. Así sobrevivirá nuestro recuerdo, que al fin y al cabo es lo que somos, recuerdos. Y cuando éstos concluyan en la Tierra nuestra huella habrá dejado de existir. Es entonces cuando morimos de verdad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

La primera impresión que me he llevado de tu artículo es que necesitas un trabajo y RÁPIDO. Filosofear tanto no es bueno y menos hacerlo público.

La segunda es que tu amigo creyente, no es muy creyente o en realidad es un poco cobarde. Me explico: para nosotros los creyentes la existencia de la vida eterna despues de la muerte es incuestionable, no por imposición sino por firme convicción. El que tu "creyente" haya afirmado que, aun habiendo tenido la fortuna de descubrir lo que es verdad (para él lo es porque así parece afirmarlo ), preferiría ser ateo y vivir tranquilo demuestra una ausencia total de querer asumir responsabilidades y enfrentarse a la realidad. Parece ser como el burro que necesita que le tapen los ojos para no ver lo que se le viene encima aun sabiendo que no cambiará nada.

Sinceramente, me siento afortunado por haber sido educado en una familia católica: claro que nuestras creencias nos llenan de responsabilidades (muy pocas en comparación con otras religiones)y en consecuencia somos temerosos de Dios porque somos pecadores y podemos incumplir con lo mandado (que Dios nos pille confesados te suena?). Pero, esas responsabilidades, las asumimos con gusto y alegría. Aceptamos y reconocemos de buen grado que esta vida es pasajera y transitoria y que merece la pena sacrificarla para llegar a la vida eterna. Por desgracia para todos nosotros muchos son los llamados pero pocos los elegidos.

Yo no puedo ser ateo. De un modo racional me parece mucho más triste. Eres ateo porque niegas la existencia de un Ser Superior. Joder y hace más de dos milenios empezaron con algo llamado filosofía (hay que ver lo que hacen algunos). Y no te lo pierdas, llegan a la conclusión de que efectivamente existe un Ser Superior (¡qué cosas!). Y no tuvo que bajar ningún mesías o profeta enviado para demostrar esa evidencia fruto del raciocinio. Pero claro, es mucho más fácil afirmar que no exíste porque no lo puedes ver, ni oir,.. porque no hay evidencia palpable. Ese es un argumento muy fácil ¿no crees?
qué aburrida sería la vida si fuera ateo.

Otro día más y un poco mejor que no será dificil. El Cuate del Catre

Anónimo dijo...

Anónimo no creo que tengas la razón.
Estoy de acurdo con Darío e que la religión es fruto del deseo del hombre de que exísta algo más. Es una esperanza vana en la continuidad de la vida. Acaso si hubieras nacido en una familia budista no creerías en la reencarnación y no en la vida eterna? las religiones sí que me parecen una ilusión para encubrir la realidad que a lo largo de la historia ha sido impuesta. Por cierto no te alteres tanto que no hace falta para expresar una opinión.

Saludos

Dario dijo...

Anonimo: En primer lugar darte las gracias por tu comentario. Siempre es agradable escuchar las opiniones de los demás, aunque difieran de las tuyas propias. También he de decir que respeto al máximo las creencias o religiones de los demás y espero no haber ofendido a nadie con este post porque esa no era mi intención.

Hay una cosa en la que tienes razón y es que creo que hay dos tipos de creyentes, los que creen por el mero hecho de que así se lo han inculcado y los que creen por ideas propias a partir de experiencias y reflexiones. Mi amigo creyente pertenece al primer tipo y por lo tanto no creo que se haya parado a pensar demasiado en su religión.

Tampoco he querido criticar ninguna religión, simplemente me he planteado una pregunta que todos nos hacemos en la vida. Como tu dices el ser ateo puede llegar a ser bastante más triste, implica buscar un sentido a tu vida que difiere totalmente del sentido de la vida que busca un creyente y a la vez es quizá más complicado puesto que todo acaba cuando muere. Sin embargo, un creyente sabe que después de la muerte hay algo más y no acaba todo ahí. Si tú crees que es mucho más fácil creer que no existe nada después de la muerte es que no has debido de hablar con muchos ateos. El ser ateo implica tirarte toda una vida intentando dar sentido a tu existencia, cosa que para un creyente no es necesario ya que le viene impuesto este sentido de la vida. Es lo que hace que tú creas que es más triste. Yo lo veo desde otra perspectiva; no es más triste, sino que es necesario mucha más meditación y autorreflexión.

Sin embargo, es un hecho innegable que la religión surge para encontrar explicaciones a lo que no se conoce. Desde mi punto de vista puede o no puede ser cierta la existencia de un Ser Superior. Pero nadie puede pretender que yo me lo crea o no. Es mi decisión y se debe respetar. Otros pensarán lo contrario y yo lo respeto. También hace unos dos mil y pico años que otros muchos filósofos llegaron a la conclusión de la NO existencia de un ser superior, pero por ello, yo no tengo porqué creerlo.

Sinceramente, y espero que no te ofendas, creo que no has entendido lo que he querido poner en el post. Seguramente sea culpa mía de no haber explicado un poco mejor la idea principal pero no quería extenderlo demasiado. Para la próxima intentaré hacerlo un poco mejor como tú dices.

Saludos.

Dario dijo...

Muchas gracias dalai lama por tu comentario.